La inteligencia emocional se podrá definir como una habilidad
para percibir, asimilar, comprender y regular las propias emociones y las de
los demás, promoviendo un crecimiento emocional e intelectual. De esta manera
se puede usar esta información para guiar nuestra forma de pensar y nuestro
comportamiento.
Es decir, es la habilidad para gestionar bien las emociones.
Tanto las nuestras como las de los demás.
Una persona que se enfada con facilidad, que se pone triste
con frecuencia o que no es capaz de controlar sus impulsos es alguien con mala
inteligencia emocional. Por el contrario, una persona que se conoce bien a sí
mismo, que es capaz de pensar antes de actuar, que entiende sus impulsos, que
los expresa con educación siendo sincero pero, a la vez, consiguiendo no
afectar negativamente a la gente que le rodea o que es capaz de relativizar y
sentir las cosas de una forma sana sería una persona con buena inteligencia emocional.
Así mismo, la inteligencia emocional nos debe servir para
entender las emociones de los demás y saber cómo tratar a la gente que nos
rodea de forma que estén a gusto a nuestro lado y no provocar emociones
desagradables en ellos
Alguien con una buena inteligencia emocional es alguien capaz
de pensar antes de actuar y no ir a la deriva y antes de hacer las cosas. Esto
no quiere decir que no se viva el momento o que no se disfrute. Esto quiere
decir que las emociones y la razón vayan de la mano. Hay que disfrutar, pero también
hay que ser capaz de utilizar la inteligencia y analizar las emociones.
Ser empático para poder entender, respetar y manejar las
emociones de los demás, haciendo que la gente que nos rodee esté a gusto.
Saber elegir bien las emociones en cada momento, para que
nuestro comportamiento sea óptimo. Si, ante una crítica, nos ofendemos y nos
enfadamos, estamos eligiendo muy mal las emociones. Si, por el contrario, nos
paramos a pensar, analizamos el comportamiento de la otra persona, escuchamos,
entendemos su punto de vista, leemos entre líneas y nos damos cuenta de que, el
problema ha sido que en nuestro argumento anterior le hemos ofendido nosotros a
él/ella, entonces será mucho mejor pedir disculpas y sugerir que la próxima vez
nos diga las cosas de otra forma. No es cuestión de ceder, es cuestión de
manejar la situación eficientemente.
Manejar, conocer y controlar bien las emociones negativas. Vivir
una vida con alto grado de motivación y optimismo, creciéndonos ante la
adversidad, en vez de viniéndonos abajo.
La inteligencia emocional, al final debe perseguir la paz
interior y la felicidad. Porque lo único que determina nuestra felicidad son
las emociones. Si nuestras emociones están genial, nuestra vida irá genial. Si
nuestras emociones van fatal, nuestra percepción de la vida será depresiva, y
de fracaso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario