La ciencia
vs la religión
Por: Alberto A. Córdova Ruiz
Es frecuente pensar que la ciencia es, de alguna manera,
“enemiga” de la religión.
La religión tiene su explicación sencilla y completa de la
existencia y funcionamiento del Universo que proporciona a quien de verdad
tiene fe en ella la confortadora noción de comprender todo lo que ha pasado,
pasa y pasará. Mientras que la ciencia tiene que obtener todos sus
conocimientos mediante la observación, el razonamiento, experimentación, a
partir de los cuales se generan preguntas, se construyen hipótesis, se deducen
principios y se elaboran leyes generales y sistemas organizados por medio de un
método científico.
Quizá por la gran diferencia que existe entre estos la
sociedad ve a la ciencia y la religión como algo contrario o incompatible y quizá
tengan razón.
Un gran motivo de esta gran “enemistad” entre la ciencia y la
religión es el no permitir que la religión entre en la clase de ciencias, ni
forme parte de un sistema de enseñanza en las escuelas, como se daba en la antigüedad.
Esto no quiere decir que la ciencia se oponga a la enseñanza
religiosa. Simplemente, intenta evitar que el pensamiento religioso se confunda
con el científico. Se vuelve interesante, entonces, examinar las causas por las
que vale la pena mantener clara esta distinción:
Mientras que la religión se basa en conocimiento revelado,
recibido directamente de la divinidad, por medios que no pueden expresarse a
través de la razón, la ciencia produce conocimiento sobre la naturaleza, y para
ello se basa en la observación, la experimentación, la y el razonamiento
lógico. Como ya se había mencionado
Aunque las religiones pueden cambiar, la naturaleza de esta misma les impide
evolucionar, en el sentido en que sí lo hace la ciencia: encontrando
explicaciones nuevas y mejores que continuamente sustituyen a las antiguas. Los
dogmas religiosos, en cambio, son verdades eternas que no pueden ser refutadas
Mientras que la religión se basa en la fe, en ciencia el
escepticismo es un valor central: para aceptar algo, se requieren necesariamente
pruebas convincentes. Por ello una educación científica, que fomenta el
escepticismo, puede chocar con la formación religiosa, que valora y promueve la
fe.
Finalmente, mientras que la ciencia se limita a estudiar el
mundo natural, la religión abarca no sólo el mundo físico, sino también el de
lo espiritual. Para fines científicos, no hay razón para suponer que exista
nada más allá del mundo físico; la ciencia es, por necesidad, naturalista, y de
entrada desecha cualquier suposición que involucre fenómenos sobrenaturales.
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